La frontera entre la electrónica y la biología empieza a hacerse
borrosa, según un equipo de ingenieros y científicos que ha desarrollado
una piel artificial electrónica con enorme potencial en aplicaciones
médica. Cargado de diferentes tipos de sensores, el parche de piel
artificial, que se pega a la natural como un tatuaje temporal, se ha
ensayado ya con éxito para medir la actividad eléctrica del corazón, del
cerebro y de músculos. Su aplicación para sustituir los incómodos
electrodos y cables que se utilizan para el diagnóstico y seguimiento
cardíaco, parece evidente, pero las puertas que abre esta nueva piel
artificial electrónica son enormes: los investigadores apuntan, por
ejemplo que podrán construir sensores para medir la actividad cerebral
en condiciones normales, sin recurrir a los aparatos equipos que se
utilizan ahora, lo que permitirá investigar realmente cómo funciona el
cerebro cuando la persona hace su vida normal. También se podrían hacer
pieles sensibles para prótesis de extremidades amputadas o transmisores
que, pegados a la garganta, faciliten la comunicación de personas con
lesiones que limiten su capacidad de hablar. John A. Rogers, Dae-Hyeong
Kim y el resto de los autores de este avance, explican cómo lo han hecho
y los resultados de sus primeros ensayos en la revista.