Las empresas extremeñas comienzan tímidamente a creer en la
Responsabilidad Social Corporativa (RSC) como una inversión estratégica
que les permita diferenciarse en términos no sólo de rentabilidad
económica, sino también en criterios relacionados con la cooperación al
desarrollo, la cercanía con los problemas que afectan a la sociedad o la
sostenibilidad medioambiental.