Las clases no tienen pupitres ni pizarras tradicionales. Son amplios espacios, con mesas donde los alumnos trabajan con ordenadores y con pizarras electrónicas, que dan una nueva dimensión a la educación. «Estamos preocupados por la innovación académica y la excelencia, y utilizamos las nuevas tecnologías de los métodos educativos. Tratamos de poner al alcance de las familias las inquietudes de un proceso educativo de alto rendimiento proporcionando un equipo de jóvenes profesores preocupados por la eficacia día a día de los nuevos predigamos educativos que nos llegan ya de un mundo globalizado, afirma el sacerdote Luis Lezama, que es el alma del Colegio Santa María la Blanca, una institución de ideario católico y carácter diocesano, «vinculada a la parroquia». Es un centro concertado que acoge a 1.200 alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria y que ampliará su oferta al Bachillerato.