Internet se ha convertido en un medio de expresión para millones de usuarios que no sólo comunican opiniones o noticias, sino algo más valioso: ideas de cualquier condición que pretenden hallar mejores soluciones para todo tipo de productos, procesos o servicios. Los "bancos de ideas" reúnen estas propuestas y establecen mecanismos para valorar las mejores aportaciones. A la vez, las ofrecen a las empresas, bien como un negocio o como una herramienta de influencia. Las empresas y las administraciones disponen de los denominados buzones de sugerencias con este fin, pero su uso se restringe a los servicios ofertados por éstas y no tienen la velocidad de Internet. La Web ha catapultado el uso y las posibilidades de estos sistemas, que han pasado de sugerir, a constituir los denominados bancos de ideas, con el consiguiente ahorro en el presupuesto destinado a los respectivos departamentos de innovación. Los usuarios que aportan ideas de forma directa a las empresas a través de estas plataformas, sin recurrir a los bancos generalistas, donan el posible uso comercial a las compañías y renuncian de manera implícita a rentabilizar su ingenio mediante el desarrollo propio de la sugerencia o su venta.