La Coordinadora Verde pidió etiquetar los alimentos indicando su coste ambiental, siguiendo el ejemplo de una iniciativa sueca, con el objetivo de relacionar la comida con el cambio climático e informar a los consumidores de la huella de CO2 de los productos alimenticios. En este sentido,l a argumentación para realizar esta propuesta, se fundamenta en que "la transformación industrial de cualquier producto produce emisiones de gases de efecto invernadero y, en el caso de la producción de alimentos se cifran, según los expertos, en un 20 a 30 por ciento".  El efecto educativo de la implantación de esta etiqueta "permite contribuir de forma considerable a contrarrestar la polución atmosférica", así como a "fortalecer la agricultura ecológica local, cuyo producto indudablemente requiere menos energía contaminante".